Interpretación del grupo del Santo Amor de San Juan

Grupo del Santo Amor de San Juan. Foto: Andrés Hernández Martínez

El grupo escultórico del Santo Amor de San Juan en la Soledad de la Virgen fue la última obra que el insigne escultor José Capuz Mamano realizó para las procesiones de Semana Santa de Cartagena. Fue estrenado, no sin cierta polémica, el Viernes Santo de 1953.

«Cuando miro detenidamente el grupo, la primera sensación es de desolación, total y absoluta desolación, sensación de vacío interior, como si todo hubiese acabado. Cada figura exenta representa un mundo distinto, una forma de sentir distinta, una forma de sugerir distinta, las tres juntas aúnan un pensamiento, un mismo dolor y una misma esperanza en un momento preciso, concreto.

San Juan Evangelista.

San Juan, se erige como figura destacada, amparando con su gesto, su expresión corporal, su mirada, sus manos abiertas y caídas. Ya no son las que apuntaban el camino al Nazareno y portaban la palma, sino unas manos que de nuevo vuelven a señalar, pero esta no al frente hacia Jesús, sino hacia abajo y a María, manos que acogen, manos y corazón que se hacen cargo del encargo recibido en la Cruz.

Virgen de la Soledad. Foto: Andrés Hernández Martínez

Virgen de la Soledad.

Santa María, yo diría Santa María de la Espera, una imagen dicen que vale más que mil palabras, contempladla y veréis que llevo razón. Para mi esta obra es un prodigio, en ella se aúnan de una manera especial el arte y la fe en un resumen de líneas sencillas y compactas, como se suele decir en cuatro trazos, ¡pero qué cuatro trazos!, creo que es una de las mejores imágenes de nuestra pasionaria procesionil. La fuerza con la que aúna sus manos, la inclinación de su cabeza, el absoluto recogimiento que te invita de inmediato a la contemplación, hacen de ella una auténtica catequesis en la calle.

Santa María Magdalena.

Santa María Magdalena, que al hablar de ella, sin querer, me sale mi devoción especial hacia esta figura tan importante dentro de la pasión. En este grupo, la santa privilegiada con ser la primera testigo de la Resurrección, además de ser considerada discípula de Cristo, aparece sin el “glamur” con la que la iconografía barroca la suele interpretar, su larga melena, las manos en las rodillas, hacen de esta obra una imagen llena de solemnidad, al tiempo que yo diría que es la que menos conexión directa guarda con las otras dos. Magdalena, siempre diferente, absorta en sus pensamientos, en su tristeza y a la vez en su valentía, imagen llena de sensibilidad exquisita, que se hace claro manifiesto en esta obra magistral de José Capuz.»

Fuente: «Mis impresiones sobre el Santo Amor de San Juan» por Juan José Quirós Illan.

Más información: Forma y fondo de la última obra de Capuz para Cartagena, de José Francisco López Martínez.