El orden es posiblemente la característica más genuina de las procesiones de Semana Santa de Cartagena y fue precisamente la agrupación de San Juan Marrajo la que impuso el orden y el “carácter penitencial» en las mismas.

Todo comenzó cuando, allá por el año 1914, se implantó la energía eléctrica en el alumbrado tanto de los tronos como de los hachotes de los penitentes, estando todos unidos a través de cables al trono, y de éste, a los terminales dispuestos en las farolas ó en las fachadas. Este sistema obligaba a llevar un cierto orden, porque el penitente no podía andar con independencia del cable, pero cada uno iba como quería.
Desde el mismo momento de su fundación como agrupación, allá por el año 1926, San Juan Marrajo ya llamó la atención por su seriedad y disciplina al desfilar, llegando la gente a llamar a éstos fundadores, la pandilla, por su entusiasmo, juventud y afán de superación. Orden que se fue mejorando paulatinamente año tras año. Primero las salidas sincronizadas marcadas por el sudario. Después el desfilar todo el tercio a un mismo paso. Paso largo y siempre natural. Y por último las paradas de todo el tercio a un mismo tiempo.

En una lluviosa madrugada de un Viernes Santo de principios de los años cuarenta, la agrupación de San Juan Marrajo tuvo que desenchufar los hachotes por seguridad y desfiló manteniendo el mismo orden sin los cables, ganándose las mayores ovaciones y demostrando que era posible desfilar todos al unísono, instaurando un nuevo orden en la Semana Santa cartagenera, único en España.
Siendo Miguel Hernández Gómez, presidente de San Juan (1942-1957), y más tarde alcalde de Cartagena (1949-1960), el tercio de San Juan alcanzaría el pináculo de su fama, manteniéndose un riguroso orden al desfilar y una gran disciplina cuando se estaba parado. Por esta época, aprovechando las primeras luces del alba tras “el encuentro”, se desconectaban los cables desfilando con perfecta sincronización hasta la iglesia.

En el año 1959, dos penitentes de San Juan Marrajo desfilaron con dos faroles de gas butano como prueba y fue en el año 1960 cuando se prescindieron definitivamente de los cables, apareciendo por vez primera, los hachotes a gas butano de los sanjuanistas marrajos, únicos en España, y probablemente del mundo.
Todo este afán de superación, junto a grandes procesionistas en el seno de la agrupación, han ido marcando un estilo propio al desfilar, majestuoso, elegante, disciplinado, cuidando hasta el más mínimo detalle, que supone un autentico sacrificio para todos aquellos que componen el tercio de penitentes.
Y que decir de los portapasos, llevando sobre sus hombros la imagen del titular: saliendo al mismo tiempo, tercio, música y trono, y siguiendo en todo momento al tercio, al mismo paso. Todo un ejemplo de esfuerzo y penitencia, que hace que el público que presencia la procesión, participe inesperadamente aplaudiendo el paso de San Juan.